jueves, 20 de marzo de 2008

Budapest-Vienna

Todo comenzó un 26 de Enero, cuando despues de tres semanas de locura en una cámara anecoica, bailando con una china que debía ser la única vaga de toda la población oriental, y con un profesor que nos llamaba Santiaga y Roberta, necesitaba un descanso.
Budapest&Vienna parecía una buena opción, así que sin pensarlo demasiado, nos cogimos un tren para Malmö, donde, despues de algun problemilla con los pasaportes, y tras engullirme una barra de fuet, cogimos un avión que nos dejó justo en la capital de Hungría.
Fue pisar aquella tierra y darme cuenta de que algo importante nos esperaba, y no me equivoqué, así que saqué 10.000 florines de esos raros, y comprendí lo que siente la gente como Amancio Ortega.
Veníamos hambrientos, así que lo primero que hicimos fue buscar un sitio de confianza para llenar nuestro buche. Encontramos un sitio que a la postre se convertiría en nuestra segunda casa, pero que a mí y supongo que también a mi compañero gastronómico y de derroches, Arturo, dejó de hacernos gracia cuando descubrimos el engaño.
No se puede jugar así con los sentimientos de unos muchachos que llevan alimentándose tres meses a base de bocatas de nocilla de tres pisos y kikos, y que ven como en la carta aparece la palabra filete, acompañada por una cifra que se asemeja al salario anual de una persona media en Budapest.
Cuando vi eso, me imaginé dos posibilidades:
1- El filete en realidad viene vivo, es decir, es una vaca, a la cual, en la terraza, la toreas, le haces el salto de la rana, la vuelves a torear, y finalmente la matas a cabezazo para meterla en un horno muy muy grande.
2- El filete es tan grande que te lo traen entre cuatro, y con dos empleados más delante, con unas trompetas interpretando la sintonia del chiki chiki.
Pero esto no fue así, en realidad, he de decir, que llegamos a un extremo tal que debido a mi daltonismo no supe distinguir entre la carne y las aceitunas que venían en el plato.
Menos mal que fui precavido y para beber pedí escalopines al cabrales.
Disgustado con el trato de la ciudad, ignoraba que una sorpresa estaba preparada para nosotros en el Pub Morrison, un lugar que recomiendo a todo viajero.
Incrédulo escuché King África, y Desperado, emocionado bailé Grease, siempre quise ser Danny Shucko, y peinarme el flequillo como sólo él sabía.
La gente del lugar estaba impresionada con nosotros, a mí sólo me faltó hacer una entrada a lo Torrente, tirando billetes mientras decía, enga, que hay llegao el alma de la fiesta!!!
Total, que esa noche acabó como no deberían terminar, sin saber como abrir la puerta del hostal, sin ganas de dormir, y sin un florinchuelo en el bolso.
El resto de los días, pues nada, de visitas a Buda, a Pest, a los dos juntos en un alarde no sólo de calidad sino de grandeza, lo típico en todo viaje socio-cultural.
Destacar los baños termales, donde no sólo vimos que a Antonio es imposible bajarle el Bañador, porque se lo apreta hasta tal punto que su circulación sanguínea corre peligro de atasco, sino que además las chicas descubrieron mi alopecia pectoral, motivo por el cual estoy soltero. Algún día me saldrán pelillos, hasta ese momento, viviré del recuerdo, de cuando ligaba porque los chicos de mi quinta no contaban con la gran ventaja de un busto cubierto.
Nos esperaba ahora Vienna, una ciudad que también dio de sí, y es que fue en la capital austríaca donde se destapó el tarro de las esencias, donde empezamos a ver que lo que pasaba en American Pie estaba basado en hechos reales, bueno tal vez me esté tirando el farol...
Y es que es peligroso irse a la universidad a tomar algo en plan tranqui, y acabar jugando al Yo nunca, y más aún cuando sabes lo que preguntar para que la gente tenga que beber, lo de continuarlo en el hostal ya roza el suicidio, y luego claro, cualquiera sube a la habitación y se encuentra con unas argentinas roncando cual búfalo de la Pampa. Lógico es que se le dediquen unos improperios.
Mi visita a la ciudad de Sisi terminó con una congestión por comer tanto pollo del Kentucky y con un billete para volver a casa, a Avilés.
Del retorno, destacar que a la altura de Valladolid, se sentó conmigo una moza de buen ver, supongo que atraída por mi aire bohemio y viajero.
Como conclusión, diré que este ha sido el viaje de los florines, de los chuletones ficticios, del duermo contigo porque en esa habitación roncan, de los desayunos en el Mc Donalds, que para algo soy un container, del Me Encantas, de los besos, de las fotos privadas, de Teresa y Martín, del Yo Nunca, del puto Clip, del Mikel Erentxun...,de las rayadas, de la pasta en el aeropuerto de Copenhague,del dulce hasta luego, de la vuelta a casa, de las 5 horas en Alsa, de la vallisoletana, del principio, pero también, del fin, y en general, del cambio...

3 comentarios:

Anónimo dijo...

renueva gallu!! q vas caducar sinoo!

Bea dijo...

Santi a ver si actualizas, pero textos más pequeños que sino me da la vara leerlos jeje. O es que quieres usar aquí también todos los caracteres que te dejan?

Besines calamar :P

Anónimo dijo...

oyre tio, comenta ya ese crucero por el fucking boat!!